Históricamente la creatividad ha sido por años sinónimo de arte, grandeza e innovación; sin embargo, recientemente los avances tecnológicos han globalizado la información y los conocimientos, causando un fenómeno que ha afectado fuertemente la industria musical, un mercado que décadas atrás estaba en constante reinvención pero que hoy se encuentra estancado y a merced de un fenómeno que cada vez cobra más fuerza, el copyright.

 

Tal como lo menciona Andrés Mohorte, en su artículo “Cuando el copyright mató la creatividad”, actualmente cualquiera puede hacer música con tan solo copiar y pegar algunos fragmentos de canciones y arreglos de otras tantas, creando así, una pista comercial.

 

Como si se tratase de una fórmula mágica para pegar en las emisoras y posicionarse en los más alto de las listas de las canciones más escuchadas de un mercado cada vez menos crítico y selectivo, géneros como el Reggaetón tienden a tener una base guía mediante la cual la mayoría de las canciones suenan a lo mismo de siempre, sin contar con los arreglos vocales que terminan convirtiendo a cualquiera en músico o cantante.

 

Y es que los espacios que se desaprovechan por falta de creatividad y propuestas innovadoras son cada vez más; según un estudio de la Cámara de Comercio de Bogotá llamado “Economía de la música en Bogotá”, asegura que entre 2012 y 2015 se realizaron 2.303 espectáculos musicales en la capital de Colombia, una cifra que refleja el 47,3% de los ingresos de esta actividad en el país y que pone en evidencia que, a simple vista, el apoyo al arte existe en la ciudad.